Cuando era pequeña, teníamos un generoso árbol de mango en el patio de la casa de mis abuelos. Esa época era pura fiesta en la casa. La actividad era ir al patio, recolectar los maduros y sentarnos todos juntos a la mesa, a comerlos como si fueran manzanas. No sé si era más divertido saborearlo o ver la cara de todos llena de mango, hasta que dejar la semilla limpia. El recuerdo de la escena me pinta una sonrisa en mi cara.
Estamos en época de mango. Es ahora cuando están más sabrosos y económicos, así que aprovéchalos. Esta fruta tropical, está cargada de vitaminas A, C, B, carotenos y antioxidantes. Se dice que combate el cancer y por si no lo sabías, ayuda a la digestión, pues tiene las mismas enzimas que hacen famosa a la papaya (lechoza).
Hay muchas variedades y unos son más dulces que otros. Incluso hay uno muy peculiar, llamado Mango Champagne o Mango Ataulfo, que se cosecha en Chiapas México y se ve mucho acá en Estados Unidos. A este mango lo hace peculiar su color intenso amarillo y lo identificas por su forma curveada, similar al cashew. Es más pequeño y más caro que un mango común, pero su semilla es más chica, en boca es una ceda, es carnoso y su pulpa es muy suave pues casi no tiene fibras. ¡Merece la pena probarlo!
Hasta julio veremos todas las variedades de mangos apoderarse de los mercados. Si los compras verdes, deja que maduren a temperatura ambiente y no los uses muy maduros pues pierden sabor y textura.
Con ellos puedes preparar una salsa para el cerdo, el pescado, el salmón y hasta con camarones queda bien. Puedes agregarlo a un pico de gallo, a un guacamole o a un hogao colombiano. En un aderezo para la ensalada va perfecto, en el ceviche, en un cocktail, en una tarta, un flan o un cheesecake, en smoothies y hasta en un arroz con coco queda bien.